Un poco de historia
En mil novecientos setenta nace el Oranngevrijstaat (Estado Libre de Orange), como organización de los kabouters, tras el fracaso del movimiento provo, y como alternativa frente al régimen político y social imperante en Holanda. Dentro del Estado Libre, estado anti-estatista, en las palabras de Van Duyn “La primera y única alternativa en el mundo por crear una contra-sociedad desde dentro de la misma sociedad capitalista”, dividido en doce departamentos paralelos a los Ministerios; llegaron a existir más de cincuenta comunas agrarias, o granjas coordinadas, dedicadas a la producción de alimentos orgánicos no contaminados. Se ocuparon casas abandonadas en todas las ciudades de Holanda y se realizaron infinidad de actos y happenings, como denuncia y sátira de los “buenos modos” de los social-demócratas y demócrata-cristianos.
En mil novecientos setenta y uno, un grupo de jóvenes activistas, los slumstorners (atormentadores de chabolas) y vecinos de barrio, ocuparon las “Barracas de la calle del Marino” de Copenhague; 22 Ha., 175 edificios abandonados por el ejército en 1969, y bautizaron a la zona con el nombre de Cristiania. Esta comuna es una de las más duraderas, aún pervive, a pesar de los cercos que la social-democracia danesa ha lanzado contra los cristianitas.
En mil novecientos setenta y dos, Carandell y Editorial Tusquets, aprovechando un pequeño reblandecimiento del régimen, publicaron un pequeño libro sobre la K1 y la K2 alemanas. También “Kayrós” lo aprovechó, dando a conocer los bestsellers más suaves de la Contracultura Americana.
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Europa y América estaban viviendo constantes explosiones: imaginación, espontaneidad, deseos de utopia y rabia revolucionaria. Miles de jóvenes recorrían el mundo en busca de la nueva Babilonia. Eran los años f de las flores, del “Haz el amor y no la guerra”, de las luchas contra la guerra imperialista del Viet-Nam. Eran los años del “Movement”, de la Contracultura, del resurgimiento de Kropotkin y Malatesta, de Fourier y de Proudhom. Los años en que el L.S.D., la Marihuana, el Zen, el Rock y la revolución sexual, supusieron un enfrentamiento brutal a las formas vacías e hipócritas de la sociedad neo-capitalista. Guerras universitarias, mayos rojos, Woodstocks…
“Las desilusiones y la dificultad de vivir, el tormento de deseos casi ahogados que apenas sí sabían expresarse, el temor a ser aniquilados, humillados y desposeídos por el aparato de poder, el miedo a la brutalidad instaurada en todas las instituciones sociales, desde la familia hasta en el lugar de trabajo al que, de uno u otro modo, se está destinado, la tristeza frente a una sexualidad envilecida por una moral falsa y ascética, recordar, en fin el deseo de poner fin a este mundo que nos amenaza y sigue amenazando”.
Los Aullidos de Ginsberg, el fermento hippie de Haight-Ashbury, la charanga de las elecciones norteamericanas del 68, cuando en la convención de Chicago se eligió como “President” a un cerdo, los miles de comuneros que iniciaron un peregrinaje hacia la nueva tierra prometida: místicos, vagabundos, obreros alternativos, nuevos campesinos, artesanos, cooperativistas, militantes de extrema izquierda. Todos con la esperanza de “lo posible”, de “lo realizable”, dejando atrás la seguridad económica de un empleo en el rol ciudadano. Burgueses y universitarios, casi todos. Algún que otro marginado, algún proletario no reformado, pero en general un nuevo tipo de revolucionario, practicando o intentando abrirse camino por las difíciles laderas de una revolución desconocida y sin teorizar. “Marx ha muerto: Viva la Anarquía”.
Pero España, España estaba muerta por decreto del omniglorioso general, Francisco Franco, Caudillo y general de los ejércitos, de los policías, de las fuerzas del orden público, de los caciques, de los enchufados, de los aprovechados, de los expoliadores. España castrada, España imperio inmortal-reserva espiritual de occidente, refugio de fascistas y terroristas al servicio de los más bajos intereses capitalistas. Y por tanto incomunicada del resto del mundo, sin poder practicar siquiera los usos y costumbres de las “liberales” democracias occidentales. La Juventud; no teníamos espacios para reunimos y conocernos, no teníamos prensa ni cultura, no podíamos aprender ni practicar nada, tan sólo unos cuantos privilegiados que sabían inglés y habían logrado salir de España, pudieron saborear un poco las “delicias” de las generaciones freaks.
Barcelona ha sido siempre el receptáculo europeo, el puntal de los movimientos culturales y libertarios. En 1970 se plasmaba ya de forma irreversible un reblandecimiento de costumbres impulsado por el pueblo a pesar del estrictísimo control policial. La “Nova Renaixença” catalana, la aparición de la “Gauche Divine”, la explosión de los nuevos narradores sudamericanos, las luchas del P.S.U.C., de CC.OO, la formación de grupos anarquistas… Y el Iris. Los festivales Rock del salón Iris y de Granollers, fueron las primeras manifestaciones paralelas en este nuevo despertar, contracultural-rollo y rock, por primera vez se encendían porros en público. En el club “La Cuca Fera”. cada tarde, unos cuantos iniciados se pasaban el “Oz”, el “Berkeley Barb”, hablaban de nuevas formas artísticas, practicaban con más temor que otra cosa, un cierto “desmadre” sexual. En este ambiente nació la primera comuna importante de la que tengo noticias: la de Horta. Los protagonistas de este primer momento comunal fueron casi exclusivamente hijos de la burguesía profundamente descontentos con su modo de vida tradicional, hartos de la universidad y del sistema capitalista, hartos de teorías revolucionarias que nunca se llegan a plasmar en la práctica. Alumbrados por las nuevas corrientes, dejaron encender sus impulsos espontáneamente.
Las primeras comunas se configuraron como lugar de encuentro y autodefensa. Podríamos hablar tranquilamente de fracaso (de todas aquellas no queda ninguna), si no fuera por las valiosas experiencias de tipo individual que aportaron a todos los que en ellas habitaron. Los modelos originarios fueron principalmente las comunas europeas: “Cristianía, Viena, Las alemanas, Los kabounaters… ya que más o menos fueron visitadas por los protagonistas.