Underground y contracultura en la Catalunya de los ’70
LUIS DE LEÓN 8 de diciembre, 2021
Cuando más se avanza en la historia de este país, resulta evidente que la década clave fueron los años setenta del siglo pasado. No solo por la Transición a la democracia y el final del régimen franquista, sino también por los cambios que se materializaron en la sociedad española, y que se habían vislumbrado en los años sesenta. Cuando hablamos de los setenta hay que poner las luces largas y no solo centrarse en el momento álgido del final del franquismo y el comienzo de la democracia, sino también en los años anteriores y finales.
Entonces, más allá de la política, tanto la que llevaban a cabo los partidos políticos de inspiración comunista que ejercían la verdadera oposición al franquismo, como la de los muy minoritarios liberales y socialistas, hubo jóvenes que creyeron en una alternativa vital que no tenía nada que ver con el dogmatismo de los partidarios de la revolución marxista leninista y sus escasos resultados en los países del socialismo real. Estos jóvenes, al igual que en otras naciones occidentales, creían que un mundo nuevo estaba al alcance de la mano y que la verdadera revolución empezaba por cambiarse a uno mismo.
No era un momento fácil, pero frente a la represión de las autoridades, existía la enorme ventaja de que éstas iban por detrás a la hora de saber lo que se estaba cociendo, cuando no se encontraban distraídas en otras tareas más urgentes.
Barcelona, como ciudad fronteriza y alejada del poder, no solo fue la vanguardia de este movimiento sino un oasis en medio del desierto de aquella época. De aquí la razón de esta exposición. Muchos jóvenes de distintas partes de España se dirigieron hacia Barcelona, como una primera etapa de libertad hacia otros destinos (que en algunos casos llegó hasta la India y Afganistán) pues la brújula la marcaba el propio deseo y este era viajero. La otra vía de escape fue Sevilla por su cercanía con la base americana de Morón y la frontera sur con Marruecos.
Sería largo resumir una década que fue pionera en cambios trascendentales que luego se impusieron como normales con la llegada de la democracia o de algunas corrientes de finales de esos años como el punk. En cualquier caso, no todo fue positivo ni fue un camino de rosas. Hubo muchos que se dejaron la cabeza y la vida en el empeño de vivir a su manera, o por desconocimiento de los peligros que representaban ciertas drogas, como la heroína, traída bajo un manto transgresor y rebelde.
Si giramos la cabeza hacia atrás vemos que el impulso de construir algo auténtico, desde la ingenuidad inicial, se debía a que la utopía parecía posible. Ahora sabemos que no es así, pero sin caer en la nostalgia de que cualquier tiempo pasado fue mejor no podemos menos que agradecer a quienes ayudaron a que el camino de la vida fuese más ancho.
Uno de los protagonistas indiscutibles de esa época es Pepe Ribas, factótum de esta exposición que merece la pena de ser visitada. Este es el motivo por el que le traemos a esta página para que nos hable de los años setenta que él vivió, como afirma en el título de las memorias de esa década, a destajo.
Las exposiciones pasan, los libros en papel permanecen. Esta exposición estaba pendiente desde hacia décadas. La contracultura de los 70 ha sido muy silenciada por la radicalidad de muchas de sus propuestas, algunas de las cuales aún están pendientes y estaban cargadas de razón. Implicó un cambio de mentalidades como resultado de un proceso de vivencias y experimentación colectiva. Muchas de las libertades que hoy son norma, nacieron entonces. El catálogo es una muestra precisa de ello.
Para neófitos y legos en la materia, ¿underground y contracultura es lo mismo?
La contracultura fue un movimiento cultural y social. Creó alternativas vitales al margen del sistema capitalista. Vivir en comuna, montar movimientos transformadores como la ecología, la lucha por los derechos LGTBI, el antimilitarismo, unir el arte y la vida, el naturismo, el antirracismo, la agricultura biológica, el cooperativismo fueron la actividades cotidianas de los contraculturales.
El underground es más creatividad y vida a contracorriente que va en contra de los cánones establecidos, es subterránea y muy crítica. El creador es más solitario y abre espacios no explorados. No es un movimiento social, es una corriente.
Dime si estás de acuerdo con esta cronología de las tres etapas de la contracultura en España: primera, 1967-1970 (Comienzo y estallido); segunda 1971-1975 (asentamiento y desarrollo) y tercera 1976-1979 (Cénit y decadencia).
Pienso que la primera etapa duró hasta 1972, al menos en Cataluña y en Sevilla, que es cuando los Smash se disuelven. Fue la etapa más minoritaria y clandestina. Tuvo muy pocos fanzines y no tuvo revistas. De pronto hubieron conciertos-desafío al aire libre con varios miles de participantes, como el de Granollers de 1971.
La segunda empezó en 1973 con la apertura de la sala Zeleste, el nacimiento de Gay&Co, la creación de la comuna El Rrollo enmascarado y la consiguiente publicación de su primer álbum. En el concierto de King Crimson, noviembre de 1973 en Granollers, se encontraron los hippies y los progresivos enrollados del primer underground con la nueva generación, más libertaria y contracultural que la primera. También, a finales de 1973 nacen los proyectos de las dos revistas que aglutinaron y provocaron la época dorada de la contracultura española. Star y Ajoblanco. La primera más under y la segunda más contracultural y libertaria que llegó a vender cien mil ejemplares en 1977.
La etapa final acaba de forma bastante brusca. El atentado de la sala de fiestas Scala, en enero de 1978, tras la primera manifestación legal de la CNT en contra de los pactos de La Moncloa fue clave en el hundimiento de la alternativa libertaria. El atentado fue provocado por infiltrados al mando de la policía y de la OTAN (Operación Gladio). La aparición del punk, de la heroína, de la violencia radical en las Ramblas y la fragmentación, radicalización y desintegración de muchos colectivos también tuvo que ver. Hubo una huida masiva al campo: Los neorrurales.
¿Se puede explicar mucho de la contracultura con que entonces con un 20% del sueldo de un cartero se podía alquilar un piso de 80 metros cuadrados en Barcelona?
El dinero en los 70 aún no era el Dios único por la enorme solidaridad entre los jóvenes y por lo mucho que se compartía. Existía el trueque y la necesidad existencial de unir el arte y la vida. sin esperar nada a cambio. Trabajabas un par de meses para vivir el resto del año haciendo lo que te apeteciera. También era posible vivir de la artesanía y del trueque.
Hay algo que no entendemos. Si España estaba bajo la dictadura franquista, ¿cómo es que hubo tal grado de excesos y teórica libertad? Me refiero al uso y abuso de las drogas, las comunas y la libertad sexual…
El poder no entendía los nuevos lenguajes contraculturales. Los franquistas perseguían a los partidos clandestinos que buscaban sustituirles en el poder. Los setenta fueron unos años de creatividad desbordante, sin cánones impuestos, vividos al margen de prebendas, partidos e instituciones. Las incoherencias del régimen franquismo en su decadencia posibilitó la apertura de unas grietas por la que se coló una generación muy joven con ganas de cambiar el mundo. Las Ramblas de Barcelona se transformaron en un foro liberado en donde podía ocurrir cualquier cosa. Ocaña, Los Comediants haciendo pasacalles o Las marionetas de Pepe Otal bailando sobre el asfalto. Cada noche había sorpresa.
¿Qué liquidó la contracultura en España? ¿El mayor espacio de libertad personal con la democracia o la economía?
La liquidó la democracia delegada, gestionada por unos partidos políticos jerárquicos y autoritarios. La líquidó la era del yo y del individualismo frente a lo común, el consumismo, el marketing de las multinacionales y la ascensión del dinero como dios único. Por otro lado, la juventud se radicalizó tras las primeras elecciones democráticas. Los bandos rivales empezaron a pelear y en la creatividad se primó el triunfo de unos artistas contra otros. De una época marcada por las carencias y la solidaridad se paso al exceso de todo y al egoísmo.
Se ha hablado mucho de la movida madrileña, pero poco de la contracultura. ¿A qué crees que es debido?
La contracultura fue la lucha por la libertad y era antisistema, de inspiración libertaria y ecologista, sin jerarquías ni mercadeos. No pretendía tomar el poder sino cambiar la vida cotidiana desde la democracia directa, la unión del arte y la vida, y una creatividad colectiva en plena era del nosotros.
La movida fue el estruendo juvenil que prosiguió la transformación vital de la contracultura pero sin la carga antisistema. Se integró en el mercado y en las reglas de la publicidad capitalista. Se habló mucho de ella por estar financiada por las casas de discos, los medios de comunicación radicados en Madrid y los favores del poder socialista en su campaña mediática en favor de la modernidad.
¿Cuál crees que es el principal obstáculo para que hoy día la gente pueda vivir una vida con mayor margen de libertad? ¿El consumo?
El sistema de vida esta basado en la acumulación de objetos y en el despilfarro de energía. El consumismo y el aumento de la producción sin freno es el farol del capitalismo para mantenerse. Sin embargo, los recursos del Planeta son limitados. La naturaleza se está rebelando y será quien dictamine lo que va a ocurrir si no se pone freno al desarrollismo, algo que hoy me parece imposible que se produzca.
Define en pocas palabras los siguientes lugares, sustancias y personajes:
Barcelona/Cataluña: En los años setenta aún existía en Cataluña una sociedad productiva con pocos funcionarios. Una sociedad civil culta y plural, no sólo de burgueses, también de artesanos y tenderos, próximas a las influencias que llegaban de Europa, por ser frontera y por su dinamismo. El franquismo tuvo pocos cómplices en esa década y Barcelona fue el foco de las libertades y de la modernización de la cultura. Y también fue el gran foco de la contracultura ibérica.
Ácido: Fue el sacramento de la contracultura. Te quebraba el pensamiento racional, te metía en el mundo junguiano, en las reencarnaciones, en los símbolos y en las apariciones.
Formentera: Fue la isla mágica, permisiva y bella. La bicicleta era el medio de trasporte, no tenía aeropuerto y fue el gran reducto hippie, junto a Ibiza. La comuna de Pau Riba en La Mola se convirtió en un centro de peregrinación de artistas, músicos y drogotas.
Maria José Ragué: Fue la autora de California Trip, editada por Kairós, la Biblia práctica de la generación contracultural de los setenta. Un testimonio sobre la revolución cultural y política vivida en California en los sesenta. Desde los poetas de la Beat Generatión hasta el movimiento de los black panthers. Y en 1972 púbico Hablan las Women´s Lib, un documento básico para las feministas españolas.
Smash: Fue un grupo de rock sevillano pionero que provocó una autentica revolución cultural al mezclar el rock psicodélico con el blues de New Orleans, el raga indio, y el sentir del flamenco andaluz. El grupo nació en 1968 y se disolvió en 1973. SuManifiesto del Borde fue uno de los textos claves de la música progresiva. Hoy son leyenda y junto al grupo catalán Maquina, y referentes del primer underground ibérico.
Salvador Pániker: Fue un escritor, un intelectual y el fundador de editorial Kairós en 1964. A partir de 1970 publicó a los pensadores clave de la Contracultura y del nuevo humanismo. Maria J. Ragué, Theodore Roszak, Murray Bookchin, Allan Whats, Paul Goodman, Julian Fast, Kheith Melville, Abraham Maslow, Jabe Howard, Nolman Brown, Roland Laing, Erich Fromm…
Zeleste: Fue el gran templo de la Progresía. Nació en 1973, fundado por Víctor Jou y Pepe Aponte. Una especie de Marquee londinense, a pocos metros de El Born y de Santa María del Mar de Barcelona. Un local sencillo donde los músicos tocaban a tres palmos del público. Y donde la progresía se encontraba alrededor de una mesa a charlar y a asistir a conciertos en vivo cada noche. Zeleste consiguió reunir a los músicos progresivos y dotarles de una infraestructura para tocar en otros lugares y grabar discos. Promovió lo que se denominó Música Laietana.
Sevilla: La capital andaluza fue junto a Barcelona el núcleo de la contracultura española. En el Club Ye-Yé, el Club Don Gonzalo, de García Pelayo, y en la Cuadra de Paco Lira se reunían músicos melenudos que cambian la guitarra española por la eléctrica desde 1967. Los hippies sevillanos escuchaban Radio Morón, de la base norteamericana, y se enrollaban unos con otros en el parque de María Luisa o en la Alameda de Hércules, donde fumaban hachís y tomaban LSD. También nacieron grupos de teatro independiente: Esperpento y Quejío, de Sálvador Távora. La represión contra pequeños grupos que traficaban hachís entre el Tánger de la Beat Generation y la Sevilla underground diezmaron el under sevillano a partir de 1972. Muchos pisos compartidos y comunas fueron desarticuladas por los policías al servicio de uno de los mayores represores del franquismo, Antonio Juan Creix.
Hachís: Fue la hierba sagrada. Fumar aumentaba la intensidad de los colores y de los paisajes. Te metía la música muy adentro y te inhibía de las represiones en cualquier contacto con el otro o los otros. Cuando buscabas rollo en un lugar desconocido, el olor a hierba despejaba el rastro.
Jornadas libertarias: El Sindicato de Espectáculos de la renacida CNT, la Asamblea de Trabajadores del Espectáculo y la revista Ajoblanco convocaron a todos los libertarios de Europa. El encuentro duro cuatro días en el Parque Güell y el Saló Diana. Debates, bailes, desmadre, puesto de intercambio, asambleas, música, teatro y folleteo. Mdio millón de asistentes y la revista Ajoblanco editó el diario de las Jornadas durante tres días.
Heroína: Fue la droga que a partir de septiembre del 77 empezó a diezmar el movimiento libertario. Su rápida expansión fue consecuencia del desánimo y el desencanto que provocó la democracia vigilada que impuso la Transición pactada.
Esta entrevista fue publicada en la página ‘Libros, nocturnidad y alevosía’ el 8 de diciembre de 2021.